Finaliza el 2022 y es la oportunidad perfecta para recordar y agradecer todo lo que vivimos durante este año. Momentos de aprendizaje, de tristezas, de recogimiento, de alegría y de regocijo, fueron los que marcaron este recorrido que hoy finaliza.
En nuestro Nido nos hicimos fuertes y abrimos tanto nuestras alas, que el vuelo que emprendimos nos llevó a surcar Sudamérica, donde estaremos orgullosos de mostrarle al continente, lo que significa pertenecer a la Familia Dorada.
Tuvimos en nuestra casa muy cerca a los niños, abuelos, fuerza pública y cada una de las personas que hace posible; que Águilas Doradas sea una institución soñadora.
Nuestros hinchas. Para ellos un capítulo aparte. Su acompañamiento, aliento y entrega, adornaron el Alberto Grisales de fiesta y lo sentimos como un verdadero fortín, digno de quienes cada día sueñan con volar más y más alto.
No todo en el 2022 fue color de rosa o brilló como el dorado. Por momentos lloramos, sufrimos, tuvimos heridas profundas, que en el instante nos hacían creer que todo se derrumbaba, que la luz no aparecía y que no habría salida. Pero unidos y fortalecidos en Dios, logramos sanar, aparecieron las cicatrices y estas nos enseñaron que ‘llegas o llegas’, que el Águila cuando cambia de plumaje y pico sufre un proceso tortuoso y doloroso, pero que cuando termina, puede surcar nuevamente el cielo azul expandiendo sus alas y siendo nuevamente imponente en el aire.
A todos y cada uno de quienes hacen parte de la Familia Dorada, GRACIAS. Jugadores, cuerpo técnico, administrativos, hinchas y todos quienes sientan a Águilas Doradas como parte de sí, un Dios les pague.
Pasamos la página del 2022 y recibimos el 2023 con amor encendido, metas por cumplir y sueños por alcanzar. esperando que nuestro vuelo siga en ascenso, que los logros futbolísticos lleguen a nuestro nido, para seguir volando cada día más alto y ser, como hace 14 años lo somos, el NIDO DE GRANDES SOÑADORES.